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viernes, 14 de diciembre de 2007

Olores y hedores

Podría empezar este blog con miles de temas, anécdotas y demás, pero la primera idea que me ha pasado por la cabeza es el mundo de los olores y desgraciadamente los hedores.

No puedo decir que sea una persona con un gran olfato, ni mucho menos, pues no es uno de mis sentidos más desarrollados ya que la balanza cayó a favor de la vista y seguramente lo prefiera. No obstante, me resulta curioso la cantidad de olores que nos perfuman la nariz y que consiguen traernos ciertos recuerdos nostálgicos, transmitirnos alegría y muchas otras emociones.

¿Quién no sabe como huele la tierra mojada, el mar o la lluvia? ¿Quién no sabe como huele la casa de su madre a la hora de la comida?

De pequeñitos ya olemos a bebé, cuando crecemos desarrollamos también nuestro olor corporal, cuando nos juntamos con amigos huele a juventud, a humanidad, de mayores olemos a viejo y cuando fallecemos huele a muerto o cadáver.

Cuando compramos una revista huele a nuevo y cuando estrenamos un coche, también huele a nuevo pero sin embargo, huelen distinto.

El olor de la gasolina nos embriaga, el del pegamento nos engancha y el del tomillo nos embauca.

Por desgracia, existen también los malos olores, los hedores, pestes y efluvios que contaminan nuestro olfato de diferentes maneras. Está el olor a tabaco, a cerrado, a rancio e incluso a choto.

Te "jieden" los pies, te canta el pozo, te huele el alerón, huele a fritanga, a mierda, a "pollo quemao", son olores que están ahí, en nuestra sociedad deambulando de un lado a otro, sin rumbo fijo, en busca de una nueva nariz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno,bueno hermanito...que me tenga que enterar que estas en el mundo del blog cotillenado en el de litos??...en fin,me gusto mucho leerte!
El mejor olor: cafe recien hecho
El peor: pescado podrido

Litos dijo...

Pa olores chungos, el peo que me tiré la otra noche mientras le contábamos un cuento a los castores.

Joder, que hedor, que peste, que putrefacción....que asco macho.